El término «microplásticos» es una palabra de moda en la conversación en torno a la creciente demanda de cambios fundamentales para salvar nuestro planeta. El tema de los microplásticos salió a la luz en los años 70 y la investigación sobre ellos comenzó en los 80. Sin embargo, pareció apagarse hasta hace poco, cuando resurgió como resultado de la atención generalizada a los efectos nocivos del plástico de un solo uso en el medio ambiente.
¿Qué son los microplásticos?
Son fragmentos de plástico de 5 mm o menos de diámetro. Bajo este paraguas se sitúan los nanoplásticos, que tienen diámetros de una diezmilésima de milímetro. A menudo son tan pequeños que son indetectables, lo que los convierte en un tema preocupante. Pueden entrar en los ecosistemas a través de diferentes vías, como las microfibras que quedan en las lavadoras procedentes de ropa fabricada con tejidos no naturales o los residuos de plástico que han entrado en el medio ambiente procedentes de productos comerciales que luego se descomponen en trozos más pequeños y no olvidemos la problemática de los residuos de la industria y las artes de pesca.
En consecuencia, se han encontrado microplásticos prácticamente en todas partes, desde los océanos y las montañas hasta el agua potable y la cerveza. En 2015, se estimó que entre 15 y 51 billones de partículas de microplástico flotaban en las aguas superficiales de todo el mundo, y la situación no hará más que empeorar a medida que se produzca más y más plástico y sea arrastrado a los océanos y ríos para ser distribuido irreversiblemente.
¿Cuál es el impacto de los microplásticos en nuestra salud?
Los pequeños trozos de plástico no pueden verse directamente a simple vista, pero se encuentran en todo, desde los océanos del mundo, en la naturaleza y en algunos de los alimentos que consumimos, como la miel y la cerveza. Un estudio de la Universidad de Lund (Suecia) ha demostrado que los nanoplásticos, esos trozos de plástico que como hemos dicho son casi imperceptibles, tienen un impacto negativo en los peces. El estudio alimentó a los peces con plancton que había comido nanoplásticos y demostró que esto tiene consecuencias desagradables para los peces: su cerebro quedó gravemente dañado.
Sin embargo, el impacto de los microplásticos en nuestra salud aún no se ha demostrado científicamente, pero indica que los diminutos trozos de plástico que se encuentran en todas partes pueden tener consecuencias más perjudiciales de lo que creemos en este momento. Un estudio reciente publicado en la revista Environmental Science and Technology concluye que una persona media ingiere unas 50.000 partículas de microplásticos al año y respira aproximadamente la misma cantidad. Esto equivale a la ingesta de una tarjeta de crédito de plástico a la semana, ¿increíble verdad? Como decimos, todavía no se conoce el daño exacto que causa a los humanos la inhalación de microplásticos, pero los expertos afirman que el aspecto especialmente dañino de los microplásticos es que pueden transportar otros contaminantes aéreos a nuestros pulmones y corrientes sanguíneas. Estas partículas de microplástico pueden provocar enfermedades cardiovasculares, cáncer y afectar al sistema inmunitario y nervioso.
¿Qué podemos hacer nosotros?
La acción más obvia es, por supuesto, no tirar plástico en el campo, pero también hay otras formas de evitar tanto la contaminación por plástico como por microplásticos. Podemos pensar en minimizar el uso de plásticos innecesarios como pajitas, bolsas de la compra, cosméticos con trozos de plástico y botellas de agua, etc. Al mismo tiempo, debemos sustituir los productos de plástico tradicionales por otros más respetuosos con el medio ambiente cuando sea necesario. Lo que te cuesta a tí un euro más, reduce el impacto en el medio ambiente para toda la vida. ¿Compensa no?❤